sábado, 23 de agosto de 2008

RECORDANDO A RON

Se llamaba Ron y siempre venía a recibirnos cuando llegábamos a casa. Han pasado dos años desde que no esta con nosotros. Dos años y aún le oigo correr por el pasillo cuando introduzco la llave en la cerradura de la puerta, aún tengo la sensación de que al abrirla aparecerá ante mí, como siempre, como todos los días, moviendo todo su cuerpo de alegría, corriendo el pasillo en sentido inverso para después regresar con la misma rapidez y lamer mí mano, o la de mí mujer, o el zapato, o el pantalón, daba igual, era su forma de decirnos que estaba contento, que nos esperaba, que nos quería. Después, una vez recuperada la calma habitual en él, se sentaba frente a nosotros, observándonos, feliz de que ya estuviéramos con él en casa.

Su felicidad iba ligada estrechamente a nuestra presencia. Ahora con la perspectiva que nos da su ausencia, Nuria y yo sabemos, que él también era una parte importante en nuestra felicidad, era parte de nuestra familia, era el niño que no teníamos; al que había que llevar al médico cuando estaba malo, darle de comer, comprarle juguetes, llevarlo a lavar, sacarlo a pasear, y él siempre agradecido, siempre demostrándonos su cariño.

Ron era un perro tranquilo, pacifico. Nunca tuvo un mal gesto para con nadie, ya fuera conocido o desconocido para él, nunca un gruñido, nunca un mordisco, incluso nunca ladraba. Yo siempre le decía a Nuria; “cariño, este perro no sabe ladrar”. Solo había una cosa que le hacía perder su habitual flema, que le hacía perder los nervios casi tanto como nuestra llegada por las tardes… la comida. Cuando recogíamos de la mesa los restos de la comida, ó de la cena, ó de la paella de los domingos, entonces Ron se transformaba, perdía su dignidad de Husky de raza milenaria forjada por sus antepasados en las nieves arrastrando trineos de esquimales, y ajeno a su pedigrí se comportaba cual can callejero muerto de hambre, receloso de que nadie le quite el hueso repelado que acaba de encontrar. Después una vez saciado, bebía agua y regresaba a su calma habitual, a su sitio de siempre, entre nuestros pies, como si no hubiese pasado nada, con la dignidad de su raza totalmente recuperada.
Maldito invierno de hace cuatro años en que lo dejamos solo en el chalé de Montserrat. Nos estaban reformando la casa, y mi mujer Nuria y yo tuvimos que buscar un sitio de alquiler para vivir mientras se terminaban las obras. En estas circunstancias, optamos por dejar a nuestro perro en el chalé, ojala y no lo hiciéramos. Después supimos que aquella zona era endémica de una grave e incurable enfermedad canina, la “leishmaniosis” que se transmitía a través de la picadura del mosquito. Ron enfermó. Con recaídas y mejorías aún estuvo a nuestro lado dos años más. Lo cuidamos, le dimos medicación cuando la necesitó. Nosotros mismos le pinchábamos sus inyecciones diarias, pero poco a poco se fue apagando, su extrema delgadez no auguraba nada bueno. Y así, un buen día dejó de comer. Ya no perdía su dignidad detrás de las sobras de la comida, ya no le importaba la paella, ya no le importaba… la vida.

Fue una tarde triste. Ron había empeorado. Devolvía entre estertores la poca comida que podíamos darle con la ayuda de una jeringuilla grande llena de papilla que introducíamos en su garganta. Y entonces tomamos la decisión más triste, la que estuvimos aplazando por todos los medios, la que nos resistíamos a tomar pero que era inevitable.

Lo envolvimos en una vieja sábana, subimos al coche, y lo llevamos al veterinario. Nuria no pudo entrar. Yo entré con el médico en una fría habitación que había a modo de consulta, deposite el cuerpo de Ron en una todavía más fría mesa de aluminio. Mientras preparaban la inyección, tome su cabeza y empecé a rascarle como a él le gustaba, entre las orejas. Con su cuerpo totalmente inerte, aún tenía fuerzas para lamerme la mano, como dándome las gracias, como cuando venía a recibirme a la puerta de casa. Puse su cabeza entre mis manos mientras el líquido de la inyección comenzaba a entrar en sus venas, sus ojos fijos en mí se apagaron lentamente para siempre. Entre sollozos nos volvimos a casa dejando un trozo de nuestro corazón en la fría mesa de aquella clínica.

Se llamaba Ron y siempre venía a recibirnos cuando llegábamos a casa…

viernes, 22 de agosto de 2008

Espíritu Olimpico o Espíritu Simplemente


Me he decidido a escribir unos breves reglones, sobre el mal llamado espíritu Olímpico, ya que me parece algo VERGONZOSO, que amparándose en que no se quieren realizar agravios comparativos no se permita que nuestra bandera ondee a media asta y que nuestros deportistas lleven brazaletes negros, en memoria de los fallecidos en el accidente de Barajas.


Muy bien señores del COI, acaban de demostrar como no se deben aplicar el espíritu Olímpico, que con decisiones como estas, al final se quedara en eso, en solo un espíritu o recuerdo de lo que significa o quiere significar olímpico para muchas personas.


Bueno ya me he quedado a gusto, tenia que decírselo a alguien, ahora simplemente quiere dar mi pequeño apoyo a todos los familiares de las victimas mortales y heridos de el trágico accidente.


Os Acompaño de todo Corazón en vuestro Sufrimiento.


Aquí por lo menos si que ondeara nuestra bandera a media asta en memoria de todos ellos.
Podeis dejar vuestros mensajes de apoyo a los familiares.
Saludos


jueves, 21 de agosto de 2008

MEDALLONES DE TOMATE

Hola!. Después de muchos días sin publicar nada ya estoy otra vez aquí, aunque de todas formas, mis compañeros se han encargado perfectamente de completar esta sección del Blog. Un saludo para ellos también.


Hoy para arrancar , vamos a preparar algo ligerito. Un aperitivo o incluso un acompañamiento para otros platos: Medallones de tomate


INGREDIENTES

100 grs de Harina
1 Huevo
Sal y Pimienta.
Perejil picado muy fino
4 Tomates
1 diente de ajo



PREPARACIÓN


En un bol mezclamos la harina, el huevo, el perejil picado, una pizca de pimienta y otra de sal. Lo dejamos reposar unos 30 minutos (si se quiere se le puede añadir un chorrito de cerveza).

Aparte, cortamos los tomates en rodajas gruesas (1 cm aproximadamente) y los rebozamos en la mezcla anterior.

Ponemos una sartén al fuego con aceite y el diente de ajo aplastado pero sin pelar. Freímos allí los tomates y los vamos sacando , primero a una fuente con papel absorvente para eliminar el sobrante de grasa y luego, a una fuente ya para llevar a la mesa.

Perfecto para acompañar indistintamente una carne o un pescado a la plancha. Seguro que en alguna ocasión ya lo habéis preparado con otro tipo de verduras . Berenjenas por ejemplo.

domingo, 17 de agosto de 2008

MAMMA MIA, La pelicula.



Ayer tocaba cine. Mi mujer y yo hemos ido a ver el estreno de, Mamma mía.

¡Mamma Mía! Es un musical escrito por Catherine Johnson en 1975, basándose en los éxitos musicales del grupo sueco ABBA.
El argumento de la obra es de sobra conocido: Sophie la hija de 20 años de Dona, se casa. Sophie vive con su madre en una paradisíaca isla griega donde regentan un pequeño hotel familiar. En este momento tan importante para ella, le gustaría tener a su lado al padre que nunca conoció. Hurgando en los diarios de Dona, logra descubrir que en las fechas en las que su madre se quedo embarazada, había tenido relaciones con tres hombres en el corto espacio de un mes. Ante la duda de quien es su progenitor, opta por invitar a los tres a su boda sin que lo sepa su madre. El resto se lo pueden imaginar.

¡Mamma Mía! Se estreno en Londres el 6 de Abril del 1999. El 23 de abril del 2000 fue su presentación en Norteamérica, concretamente en la ciudad Canadiense de Toronto. El éxito de este musical fue tan arrollador, que a principios del año 2007 la obra ya se había estrenado en diez países y había sido traducida a ocho idiomas.

La versión española se estreno el 11 de noviembre del año 2004 en el teatro Lope de Vega de Madrid, habiendo permanecido en cartel hasta el día 3 de junio del 2007. Por supuesto que no nos perdimos este acontecimiento, del que salimos encantados tanto por la música de ABBA, como por la extraordinaria puesta en escena de los actores/cantantes que lo interpretaban, y que fueron en sus principales papeles los siguientes; Nina en el papel de Dona (la madre), Mariona Castillo en el de Sophie (la hija), Marta Valverde en el de Tanya (una de las amigas de juventud de la madre, Dona), Paula Sebastian en el de Rosie (la otra amiga de Dona). Y en los papeles de los tres posibles padres de Sophie; Sam, Javi y Bruno, los actores (y además cantantes); Alberto Vázquez, Nando González y Bruno Squarcia. Ah, y en el papel del novio de Sophie, Leandro Rivera.

Hecha esta introducción, tengo que decir que la película no desmerece en nada al musical presentado en teatro. Por buscar alguna diferencia, diré, que no es lo mismo el sonido de la orquesta atacando los temas de ABBA en un teatro, que escuchar la banda sonora de una película por mucho sonido THX que le pongan. Pero para quien no haya visto la obra teatral este detalle le pasará inadvertido.
Por lo demás el film guarda muchas sorpresas agradables: A pesar de ser película, las voces en las canciones son de los actores que interpretan los distintos papeles, y así la actriz Meryl Streep nos sorprende con una voz extraordinaria en el papel de Dona. Pocas personas saben que antes de dar el salto al cine había cursado estudios de música, opera y arte dramático en la Universidad de Yale. ¡Pierce Brosnan, cantando! Pues sí, y resuelve muy dignamente las dos canciones que le tocan en su papel de uno de los tres posibles padres, Sam. El resto del reparto: Amanda Seyfried como Sophie, además de Colin Firth como Harry y Stellan Skarsgard como Bill, los dos padres que faltan. Así mismo las amigas de Dona son: Christine Baranski en el papel de la rica y multi-divorciada Tanya y Julie Walters como la pragmática y no tan agraciada Rosie. Ah, como siempre se me olvida el pobre novio que no es otro que Dominic Cooper, Ski.

Más sorpresas: Los miembros del conjunto Abba, aparecen en esta película en lo que se llama un cameo (están en el reparto, pero si no te fijas pasan desapercibidos). Las escenas han sido rodadas en Islas Griegas del Mediterráneo, toda una gozada para la vista.

En resumen, una película para pasar un buen rato con la única condición previa de que te guste la música de ABBA, claro.